La Iglesia católica ha recibido muchas críticas a lo extenso de su historia, desde Adentro como desde fuera de ella. Las críticas se dividen principalmente en dos grupos: las que se refieren a aspectos doctrinales, y las que censuran el comportamiento (Positivo o supuesto) de los católicos en su conjunto o en porcentajes de cierta relevancia (sea que vivan de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, sea que actúen en contra de las mismas).
Se utiliza la palabra iglesia, en la Ahora, para hacer relato a múltiples cuestiones. Por un lado, está la acepción en la que se emplea como el conjunto de sujetos que se sienten reunidos por el hecho de compartir los principios de la misma Certidumbre y que, por ello, suelen celebrar las mismas doctrinas y ceremonias religiosas.
Es la intención de este artículo chocar el concepto de Iglesia bajo la perspectiva dual de organización social y edificio.
Orden hierático: El Orden es el sacramento gracias al cual la delegación confiada por Cristo a sus Apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del Empleo apostólico.
El credo encuentra una explicación sistemática en el Catecismo de la Iglesia católica, permitido en 1992 por Juan Pablo II y cuya interpretación definitiva fue promulgada en 1997.
La historia de la Iglesia Anglicana presenta las mismas características. No hay sino una institución capaz de resistir las presiones de los poderes seculares---la Sede de Pedro, que se estableció en la Iglesia con esta finalidad por Cristo, para que pudiera proporcionar un principio de estabilidad y seguridad a todas sus partes. El Papado está por encima de todas las nacionalidades. No es el servidor de ningún Estado en particular; y de ahí que tenga fortaleza para resistir a las fuerzas que querrían subordinar la religión de Cristo a fines seculares. Sólo las Iglesias que han mantenido su unión con la Sede de Pedro han conservado su vitalidad. Las ramas que se han desgajado de ese tronco se han marchitado.
Las dos sociedades pertenecen a órdenes diferentes. La prosperidad temporal a que tiende el Estado no es esencialmente dependiente del correctamente espiritual que investigación la Iglesia. La prosperidad material y un parada cargo de civilización pueden encontrarse donde no exista la Iglesia. Cada sociedad es suprema en su propio orden. Al mismo tiempo, cada una de ellas contribuye en gran medida al progreso de la otra. La Iglesia no puede atraer a hombres que no tengan algún rudimento de civilización, y cuyo salvaje modo de vida hace inalcanzable el ampliación recatado. De ahí que, aunque su función no es civilizar sino exceptuar almas, hasta Campeóní cuando llega a tratar con razas salvajes, comienza por inquirir comunicarles los medios de la civilización. Por otro ala, el Estado necesita las sanciones sobrenaturales y los motivos espirituales que la Iglesia imprime en sus miembros. Un poder civil sin éstos se fundamenta de guisa insegura.
La autoridad del prelado de Roma, su clasificación Internamente del magisterio de la Iglesia católica ha sido expuesta en diversos momentos de la historia y de modo singular en el Concilio Vaticano I.
Se emplea para designar a todos los que, desde el manifestación del mundo, han creído en el seguro Todopoderoso, y han sido hechos hijos suyos por la gracia. En este sentido, se distingue a veces, entre la Iglesia ayer capilla de la Antigua Alianza, la Iglesia de la Antigua Alianza, o la Iglesia de la Nueva Alianza.
Sin la Iglesia, el cristianismo se hace inofensivo. La Iglesia traduce el cristianismo en un cristianismo Efectivo. Sin la Iglesia, el Evangelio sería como cualquier volumen o como una plastilina en donde cada quien modelaría su propio cristianismo, el que quisiera, como más le convenga o le guste, haciendo a un lado aquello que le desagrada y exige.
Nadie es capaz de cultivar autoridad con tal finalidad, salvo que el poder le sea comunicado de una fuente divina. El caso es completamente diferente si a la sociedad civil se refiere. Aquí el fin no es sobrenatural, sino el bienestar temporal de los ciudadanos. No puede decirse que se requieran unas dotes especiales para hacer a cualquier clase de hombres capaz de ocupar el puesto de gobernantes y guías. De ahí que la Iglesia apruebe igualmente todas las formas de gobierno civil que estén en consonancia con el principio de Honradez. El poder ejercido por la Iglesia mediante el sacrificio y el sacramento (potestas ordinis) cae fuera del tema presente. Aquí nos proponemos considerar brevemente la naturaleza de la autoridad de la Iglesia en su función (1) de enseñar (potestas magisterii) y (2) de gobierno (potestas jurisdictionis).
En un principio, la Iglesia ortodoxa formaba parte de la Iglesia católica, pero, tras una serie de conflictos, ambas Iglesias se separarían el 16 de julio de 1054 en el Cisma de Oriente y Oeste.
Posteriormente del renacimiento, los nuevos movimientos fundados dejan de recibir el nombre orden y se llaman congregaciones. No todas las congregaciones hacen el voto de pobreza, algunas hacen solo un compromiso de pobreza utilitaria.
Desde un abordaje sociológico, se llama iglesia a cualquier grupo religioso que cuenta con una ordenamiento y que ha sido institucionalizado. En este marco, se trata de una sociedad compuesta por personas que comparten creencias y prácticas que a partir de ella se han configurado, las cuales giran en torno a lo que es sagrado para ellas y al modo en el que se da el vínculo con lo profano.